A punto de ebullición
Hoy vengo cañera, lo confieso. Últimamente me encuentro más a menudo ante situaciones que creía erradicadas de la faz de la tierra, como que una persona entre en mi estudio y me pida trabajar gratis porque «Total, no te cuesta nada».
Hace tiempo solía responder con la ya clásica frase de «Si vas a una panadería a comprar pan, no se te ocurre decirles que no te cobren ya que no les cuesta nada hacerlo. ¿Verdad?». Algunos simplemente asentían y luego se iban como habían venido. Otros se lo pensaban y me decían que «Verían si podían hacerlo ellos y que si no, ya me llamarían» En fin… gracias al dios de los creativos y a mi «savoir fiare», dejé de recibir esa clase de visitas. Pero, he aquí mi sorpresa cuando vuelvo a encontrarme ante estas situaciones otra vez.
¿Qué hacer? yo ya no sé cual es la solución a esto. De verdad. Supongo que perseverar y eliminar la dichosa idea preconcebida que tiene la humanidad de que el trabajo creativo o «hacer cosas bonitas con el ordenador» (arrrgg) es como un hobby, y no un trabajo real. Por consiguiente no merecedor de ser pagado.
Es un problema real y tremendamente injusto, cuya raíz, creo yo, está en el daño que nos hemos autoinfligido los diseñadores y creativos de todo el mundo rebajándonos a trabajar por nada o por una miseria, menospreciando nuestro talento y trabajo.
Ojalá sirviera solo gritar un «¡BASTA YA!» y solucionar el problema, pero me temo que habrá que recorrer el camino más largo y concienciarnos de nuevo del valor de nuestro trabajo.
Deja una respuesta